—Cariño, no entres en pánico —consoló Pei Yang—. Guoguo es inteligente y sabe hablar inglés. Sin duda encontrará la manera de volver a casa. Por ahora, llama a la policía y busca más personas para ayudar a buscar en la zona donde desapareció Guoguo.
En ese momento, Pei Yang no tenía idea de que su hija había sido secuestrada. Pensaba que la madre y la hija simplemente se habían separado mientras estaban fuera.
Shen Mingzhu negó con la cabeza desesperadamente, incapaz de dejar de llorar mientras decía:
—Guoguo no se perdió. Se la llevaron. Salí con Guoguo para tirar la basura... Tenían armas. Me dejaron inconsciente… No sé dónde se llevaron a Guoguo…
Aunque la inestabilidad emocional de Shen Mingzhu hacía que su discurso fuera incoherente, Pei Yang entendió de inmediato.
¡Su hija había sido secuestrada!
A pesar de haber desarrollado una valentía y compostura más allá de lo común en campos de batalla y en el mar, esta terrible y repentina noticia lo dejó aturdido.