—¡Entonces déjame ver tu teléfono! —Wenyan tuvo una idea—. Si realmente no viste mis mensajes, entonces estarían sin leer, indicados por el pequeño punto rojo. Solo si lo veo puedo creerte.
—Wenyan —Shen Jingxiu miró hacia abajo y soltó un largo suspiro—, no es necesario. No tengo que probar nada. Si no confías en mí, entonces venir aquí a preguntar no tiene sentido. Puedes irte ahora.
—...¿Me estás diciendo que me vaya? ¿Solo por esto? —Wenyan no lo podía creer—. Antes no eras así. ¿Y todavía dices que no te he ofendido?
—¿Cuántas veces tengo que decirlo? ¿Por qué sigues insistiendo en una pregunta que ya tiene respuesta?
—¡Porque eso no es la verdad! ¡Estás escondiendo la verdadera historia! —Wenyan se volvía cada vez más agitada ya que no podía sacar la verdad de los labios de Shen Jingxiu y sus comentarios se volvían cada vez más ofensivos.
Pero Shen Jingxiu también estaba aguantando por un hilo.