—¡Bien! Pero no vamos a dormir en la misma cama —anunció Lotus, levantándose y dirigiéndose hacia la habitación.
—¡Por supuesto! —Razial la siguió rápidamente.
La habitación tenía una cama doble, cubierta con sábanas blancas y también un colchón en el suelo. Había una pequeña ventana que había sido abierta solo un poco para dejar escapar el humo de los carbones ardiendo. Habían sido colocados en un gran contenedor metálico para mantener la habitación caliente.
Lotus colocó su mochila a un lado en la pequeña mesa de madera.
Comenzó a desabotonar su abrigo. Quería quitárselo para poder deslizarse bajo los gruesos edredones. Le habría encantado cambiar su ropa también, pero eso no era posible por ahora. Razial estaba impaciente por hablar, ella podía sentir su afán.
—¿Qué quieres decir? —Lotus preguntó firmemente mientras intentaba quitarse el abrigo, pero él avanzó y sostuvo las solapas de su abrigo rosa, tirando cuidadosamente hacia abajo y separándolo de su cuerpo.