—¡¡¡Boom!!!
Algo pareció explotar dentro de Aiko mientras él trabajaba sus labios contra los de ella.
Suave y sensual y, sin embargo, necesitado y voraz.
Su cuerpo se presionó sobre ella, haciendo que escapara de su boca un gemido explícito de satisfacción, que fue devorado por los necesitados labios de Faris.
Sus manos se entrelazaron en su suave cabello mientras su lengua saqueaba su húmeda cavidad, pero él tomó sus manos y las esposó por encima de su cabeza mientras inclinaba su lengua, llevándola más profunda y golpeando el techo blando de su boca.
Y luego.
La dureza de sus dientes.
La aspereza de su lengua.
La suavidad de sus mejillas internas.
La blandura de su paladar.
Cada fibra nerviosa en su cuerpo se cargó por el aroma de su compañero mientras su espalda se arqueaba como un arco tenso. Sus pechos cubiertos colisionaron con su musculoso y duro pecho, y sus pezones dolían gritando por ser tocados.