—Baobao, ¿quieres seguir paseando? —preguntó Chunniang a su hija.
—Madre, si estás cansada, vuelve primero; yo seguiré paseando con ellas —dijo Yingbao mirando los faroles que llenaban las calles y a las alegres criadas.
—Entonces vuelve temprano a casa —asintió Chunniang habiendo caminado bastante distancia y sintiéndose cansada.
No estaba preocupada de que alguien pudiera hacerle daño a su hija ya que la hija tenía a tantas personas protegiéndola y guardias alrededor. Además, sus dos hijos y Wei Zhan, Huzi no estaban lejos y, si había alguna anomalía, podrían apresurarse a acudir.
—Está bien —dijo Yingbao asignando cuatro guardias para escoltar a su madre a casa. Hupo y Zhenzhu no tuvieron otra opción que seguirlas. Weng Xiuxiu, viendo que se hacía tarde y que los niños tienden a quedarse dormidos, también acompañó a Anren hacia el carruaje.