Meng Yunhan no pensó mucho en ello, sabiendo que los extranjeros suelen ser directos.
Ella asumió que este afecto era simplemente la amistad, sin otras implicaciones.
Porque en su vida pasada, había interactuado con extranjeros, y para ellos, abrazar era solo una costumbre social.
—Yo también aprecio mucho a Roberto como amigo —dijo Meng Yunhan felizmente.
Li Ai sabía que la joven había malinterpretado.
Pero no se molestó en explicar.
Ese asunto de confesar sentimientos lo dejaría para que Roberto lo manejara él mismo.
—¿Puedes cocinar algunos platos caseros? Has estado viviendo en el extranjero durante tantos años, y el sabor auténtico de la comida casera ha cambiado de alguna manera. Sigo añorando el sabor antiguo —Li Ai habló sobre ella y su esposo. Ambos eran ya mayores y anhelaban volver a sus raíces. A pesar de la disuasión de su hija, decidieron regresar a su tierra natal.