Meng Yunhan y Yun Hao llegaron a casa, uno tras otro.
Viejo Zhao abrió la puerta, no solo para ver a su hija sino también a Ahao.
—Ya están ambos de vuelta. Como se esperaba, la hija debió haber ido a buscar a Ahao.
Al ver a Meng Yunhan y Yun Hao, el Pequeño Huzi está bastante emocionado:
—Mamá, mamá... papá...
En cuanto a Yun Hao, el Pequeño Huzi recuerda aquella vez que fue levantado en alto.
—Pasen. Todavía hace algo de frío aquí afuera.
Viejo Zhao dijo riendo:
—La cena está casi lista. Sabiendo que su hija ha traído a Ahao, preparé comida para cuatro.
Meng Yunhan se apresuró a ayudar.
El Pequeño Huzi y Yun Hao se miraban fijamente.
—Papá, levántame... —La suave voz del Pequeño Huzi resuena, mirando a Yun Hao con sus ojos claros, llamándolo en voz baja.
Yun Hao levantó al Pequeño Huzi:
—¿Has sido bueno en casa?
Sabía que su hijo disfrutaba aferrándose a su esposa.
La voz nítida del Pequeño Huzi respondió:
—Fui muy bueno.