Con las palabras de Meng Hanyue, no solo el rostro del Emperador cambió levemente, sino que todos los demás quedaron profundamente impactados e incrédulos.
Desde tiempos ancestrales, las mujeres no podían involucrarse en la política, pero en el País de Anqing, desde pequeñas, las niñas aprendían sobre la vida del pueblo e incluso ocupaban cargos oficiales en la Corte Imperial, lo cual era totalmente inimaginable.
Sin embargo, algunos individuos con visión de futuro suspiraban en privado: dado que tanto hombres como mujeres del País de Anqing poseen talentos excepcionales, no es de extrañar que su fortaleza nacional sea robusta y que nadie se atreva a menospreciarlos.
Los ojos de Yang Mengchen brillaron intensamente, su corazón claro.
Presumiblemente, solo esa médica militar femenina, es decir, la Tía Imperial del Hermano Jingqi, podría tener una idea tan impactante y nunca antes oída, ¿verdad?