—¿Qué desea que diga esta humilde esposa la Princesa Comandante? —preguntó Chu Dieyi con una expresión indiferente.
—Deberías entender que tu origen le causará vergüenza al General Shao por el resto de su vida —declaró orgullosamente Long Yanrou, elevando la barbilla—. Yo, como Princesa Comandante, soy de nacimiento noble, belleza excepcional y competente en música, ajedrez, caligrafía y pintura. Desde la infancia aprendí a manejar los asuntos del hogar y soy más que capaz en los círculos sociales de la élite de La Capital. Si verdaderamente tienes en el corazón los mejores intereses del General Shao, deberías saber qué hacer. Después de todo, solo yo puedo asegurar que el General Shao ascenderá rápidamente en los rangos y disfrutará de riquezas y honores.
La última frase fue dicha en voz baja por Long Yanrou, pensando que solo Shao Mingyi y Chu Dieyi podrían oírla. Sin embargo, muchos en la multitud escucharon cada palabra, sus ojos brillando con una brillantez inescrutable.