—Um... Señorita, ¿necesita algo? —preguntó Huang Zhong con la cara roja.
¿Tenía algo sucio en su cara?
Se limpió rápidamente el rostro, pero no encontró nada inusual.
—Vine a ver cómo está la Tía Huang. Aquí hay semillas de fruta gorgona. Si las remojas en agua y haces gachas para la Tía Huang, le hacen bien a su salud —Qiao Duo'er se divirtió al ver su reacción.
—Basta con que hayas venido a ver a mi madre; no puedo aceptar tus cosas —Huang Zhong movió la cabeza.
—Esto es para la Tía Huang, si te digo que lo tomes, simplemente tómalo.
Qiao Duo'er se quedó sin palabras. Huang Zhong ya era padre de dos; ¿cómo podía aún sonrojarse al hablar?
Huang Zhong bajó la cabeza y tomó la cesta, sin atreverse nunca a levantar los ojos para mirar a Qiao Duo'er en el proceso.