—Veo que Tan Zhenghong está completamente devoto a ti. Recién juró que si alguna vez albergaba pensamientos de traicionarte, enfrentaría graves consecuencias. Demuestra que ni siquiera lo ha pensado —Chen Yiling dijo con una cara llena de envidia.
Tras reflexionar, Qiao Duo'er se dio cuenta de que ese era en efecto el caso.
Si su hombre había dejado tan claras sus intenciones, parecería mezquino de su parte seguir aferrada a sus agravios.
¿Quizás debería simplemente dejar ir su enojo y luego consolar su alma herida?
—Tú espera un rato; voy a llamarlo —Qiao Duo'er se sentía un poco incómoda, ya que parecía un poco como retractarse de su palabra.
—ChunTao, ven conmigo a la casa de Chao Lian para ver cómo está; está enferma —Chen Yiling dijo, comprensivamente.
Con ella ausente, Tan Zhenghong y Qiao Duo'er no tendrían que contenerse.
Qiao Duo'er se tocó la nariz. ¿Era tan obvio su disgusto?