Fue expulsado por su tía, pero aun así logró escuchar la conversación al acechar en secreto en la puerta. Su tía había sollozado con voz reprimida y apenas había conseguido quedarse dormida después de mucha dificultad.
Jin Yuyu no sabía lo que había dicho el médico, pero podía sentir el aura de tristeza y depresión que envolvía al niño. Jin Yuyu echó un vistazo a la puerta, donde solo dos criadas estaban de pie, con los ojos castamente bajados, atendiendo tranquilamente a sus deberes.
—Vamos, Shi Wen, deja que tu hermana te lleve al estudio para dibujar —después de echar un vistazo a lo que Shi Wen había dibujado en el suelo, algo que podría haber sido un gato o un tigre, Jin Yuyu sonrió tiernamente y extendió su mano.
Jin Shiwen dudó un momento antes de extender tímidamente su mano. La mano de su hermana era tan suave y cálida, a diferencia de las de su tía, que siempre estaban frías.