—El cochero soltó un profundo suspiro de alivio mientras miraba el carruaje intacto, una sensación de conmoción lo invadía.
—No bien el carruaje se detuvo, Meng Chunyan se apresuró a salir en desorden, su cabello enmarañado, su ropa arrugada y su pequeño rostro pálido de susto.
—¿Ay, qué pasó? ¿Cómo ocurrió esto?
—Apenas había gimoteado dos veces cuando levantó apresuradamente la cabeza para mirar el otro carruaje, que estaba en una condición más lamentable que el suyo, solo para descubrir que sus ocupantes ya se alejaban tranquilamente.
—Meng Chunyan estaba atónita. ¿Cómo podía ser? ¡Seguramente su carruaje era el mejor!
—Mientras reflexionaba sobre esto, de repente vio una pequeña cabeza asomarse desde aquel carruaje intacto, mirando hacia atrás con curiosidad.
—Reconociendo la cara bonita y el delicado tocado de un vistazo, Meng Chunyan se dio cuenta de quién era.
—¿No era esta la criada que ella y Jin Lingling habían confundido por la joven señorita justo ayer?