—Lin Yuan se burló. Tal como esperaba, si Shunzi realmente intentaba envenenarla, ¿por qué colocaría el veneno en un lugar tan inaccesible dentro de su zapato? Debía estar tratando de obtener alguna ventaja para sí mismo.
—Lin Yuan miró el pequeño paquete en su mano y luego el más grande que sostenían los guardias, formándose una idea en su mente.
—Shunzi, no mencionemos el asunto de que intentaste envenenarme hoy. Incluso si solo fueras un ladrón, podría mandarte al Yamen y encerrarte en la cárcel —dijo Lin Yuan.
—Los ojos de Shunzi se abrieron de miedo mientras la miraba, sacudiendo violentamente la cabeza. —No, no, por favor, no.
—Lin Yuan sonrió interrumpiéndolo, —Sin embargo, de repente se me ha ocurrido una idea. Si cooperas conmigo, te aseguro que no acabarás en la cárcel.
—Los ojos de Shunzi se movieron nerviosamente, y sin pensarlo dos veces, asintió en acuerdo. Primero, salir de allí y luego lo que sea, ¿ella seguiría pudiendo controlarlo una vez que se haya ido?