Tía Chen sacó un pequeño paquete de tela de su pecho y lo desdobló capa por capa. —Yuanyuan, eres una buena niña. Siempre había esperado que un día pudieras casarte en nuestra familia Chen y ser mi nuera. Pero, ay. Este prendedor de plata fue parte de mi dote cuando era joven. Sé que tu estatus ha cambiado ahora y que tienes más joyas, así que tal vez no te guste algo así de mí. Aun así, espero que puedas conservarlo como un recuerdo mío.
Con eso, Tía Chen presionó el prendedor de plata en la mano de Lin Yuan.
Lin Yuan no tenía la intención de aceptarlo, después de todo, era la dote de alguien con un significado especial. Pero al ver la mirada esperanzada de Tía Chen y considerar sus palabras recién dichas, Lin Yuan encontró difícil rechazarlo.
—Tía, ¿cómo podría despreciarlo? El prendedor es muy bonito, y lo cuidaré bien. —Lin Yuan apretó el prendedor de plata fuertemente en su palma, sintiendo el calor que todavía emanaba de él de Tía Chen.