Antes de que Lin Yuan pudiera hablar, Chen Shimei ya había continuado presumiendo su sentido de superioridad —Si alguna vez llegas a Yecheng, por todos los medios, búscame en la Mansión del Magistrado Maestro. Si te encuentras con problemas que no puedas resolver, también puedes acudir a mí. En vista de que somos vecinos, sin duda ofreceré una mano si puedo. Ah, cierto, si planeas visitar, asegúrate de venir temprano. Temo que si llegas tarde, ya no estaré en Yecheng.
Lin Yuan lo miró escépticamente —¿Cómo sabes con certeza que nos encontraremos con problemas? ¡Quizás tú seas el que tenga problemas!
En los ojos de Chen Shimei, sin embargo, su mirada perpleja había tomado completamente un significado diferente.