—Song Yunuan y Chu Zizhou dejaron la Brigada de la Bahía del Árbol de Sauce.
—Esta situación, querer encontrar a alguien, pero que la persona desaparezca de repente, era muy escalofriante.
—Cuando algo está mal, debe haber demonios en juego.
—Tenía que investigar a Guo Haiqin y Guo Hao a fondo.
—Especialmente esta carta de transferencia de registro domiciliario, ¿era real o falsa?
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Mientras tanto, en un rincón apartado frente a la estación de tren de Ciudad Hai, Guo Hao, Guo Haiqin y el hijo de Guo Haiqin, Xiao Bao, estaban sentados en el suelo de concreto.
—El clima aquí era bastante cálido, y el concreto bañado en la luz del sol se sentía tostado.
—Xiao Bao tenía seis años este año y estaba jugando no muy lejos.
—Guo Haiqin parecía algo cansada, pero mezclada con la fatiga estaba el resentimiento.