El mercado de verduras estaba abarrotado, ofreciendo todo tipo de productos frescos, con fuertes olores a pescado y carne que estaban lejos de ser agradables. El mercado se encontraba bajo un gran cobertizo metálico que goteaba cuando llovía o en días nublados, haciendo que el suelo estuviera húmedo y sucio, lo que disuadía a muchas personas de entrar.
Su pequeña tienda estaba limpia y, dado que solo vendían verduras, no había olores extraños. Para aquellos que estaban mejor posicionados y valoraban la limpieza, este lugar se convirtió naturalmente en su primera elección.
Inicialmente, solo habían planeado ganar un poco de dinero, pero ahora parecía que sus ingresos podrían superar las expectativas.
Con dinero por hacer, todos trabajaban con energía y alegría.