—Lu Siyuan —llamó Shen Mianmian—, ¿para qué molestarse con él? Simplemente haz como que no existe.
Ella sabía muy bien qué tipo de persona era Gu Jianli: feo y aun así deseaba a las mujeres hermosas, en otras palabras, un sapo codiciando carne de cisne.
En su vida anterior, cuando todavía visitaba a la Familia Gu en calidad de novia de Gu Jianbin, Gu Jianli solía mirarla con esos ojos babosos. En aquel entonces, se sentía muy incómoda, pero considerando que era el hermano de Gu Jianbin, aguantó y no lo pensó demasiado.
Ahora que ya no era la novia de su hermano, sus miradas eran, por supuesto, aún más descaradas.
Gu Jianli era como Wang Erfeng; ninguno de ellos era buena gente, ambos problemáticos e irracionales. Si le pegabas, solo complicarías más las cosas.
Si le gusta mirar, que mire; como mucho, serán dos veces por semana.
—Míralo, babeando así. Casi me muero de asco —señaló Lu Siyuan a Gu Jianli, deseando poder ir corriendo a golpearlo hasta matarlo.