He Nan había hecho la pregunta crucial.
Shen Mianmian temía que, si decía la verdad, He Nan se opusiera a que ella comprara la casa ominosa, pero, si no lo hacía, él definitivamente lo descubriría más tarde. Después de pensarlo bien, decidió hablar.
—Hermano Mayor He, la casa pertenece a la familia de Gu Jianli. Se suicidó bebiendo pesticida hace poco. Su familia siente que la casa tiene malas vibraciones y quiere venderla…
—¿Quieres comprar una casa ominosa? —He Nan frunció el ceño al mirarla.
—Sí. —Shen Mianmian asintió y soltó—. Su casa no está mal, la ubicación también es buena, y creo que el feng shui ahí es bueno.
—¿Buen feng shui?
He Nan no pudo evitar reír.
Era la primera vez que escuchaba que una casa donde alguien acababa de morir tenía buen feng shui.
Shen Mianmian también sintió que su afirmación era un poco descabellada y se apresuró a corregirse: