El paquete en la mano del Marqués Gu cayó al suelo con un golpe; era el regalo que había preparado para la Familia Yao.
—Papá Papá Papá Papá... ¿cuándo regresaste?
Estaba tan nervioso que empezó a tartamudear.
El Marqués Senior lanzó al Marqués Gu una mirada penetrante:
—¿No deberías estar en el Yamen a esta hora?
Hoy no hubo asamblea matutina, pero el Yamen no había tomado el día libre.
El sudor frío del Marqués Gu brotaba capa tras capa:
—Yo... voy para allá ahora.
El Marqués Senior echó un vistazo a las joyas esparcidas en el suelo:
—¿Solo llevas estas cosas contigo?
El Marqués Gu pasó instantáneamente de tartamudear a mudo.
¿Por qué tenía tan mala suerte? La primera vez que hacía novillos, lo descubrió su propio padre...
De vuelta a la capital, el Marqués Senior había escuchado un cúmulo de rumores sobre su residencia y estaba furioso. Que el Marqués Gu fuera atrapado en este momento en particular era prácticamente como coquetear con la muerte.