El Emperador y la Emperatriz Viuda tenían una relación tensa. Él estaba preocupado de que Gu Jiao pudiera verse implicada y por eso había sido muy cauteloso. Sin embargo, aún así fue descubierto por la Emperatriz Viuda Zhuang.
Por precaución, arregló que el Eunuco Wei la escoltara personalmente para sacarla del palacio.
Una vez fuera del palacio, Gu Jiao y el Monje Xiaojingkong subieron al carruaje para volver a casa.
—Jiaojiao, ¿acaso Abuela ya no nos quiere? —Xiaojingkong se encontraba abatido.
Gu Jiao acarició su pequeña cabeza afeitada.
Ella tampoco estaba segura.
Pero parecía que realmente la Abuela ya no se preocupaba por ellos.
Xiaojingkong se subió al regazo de Gu Jiao, enterrándose en sus brazos en busca de consuelo.
Gu Jiao lo sostuvo, acariciando apaciblemente su delgada espalda hasta que él, destrozado y agraviado, se quedó dormido.
El cochero era Xiaosanzi.