Cen Bianxiu quedó sorprendido por la afectuosidad depositada sobre él.
Miró a la chica frente a él y no pudo evitar soltar una carcajada —Los rumores no mienten; ¡eres tan bella como una hada celestial!
La chica rió ante sus palabras —No soy una dama de la casa, sino meramente una criada.
—Ah... —Cen Bianxiu estaba asombrado.
Si una criada ya era tal belleza, entonces las damas de la casa deben ser aún más-
Antes de que pudiera terminar su pensamiento, escuchó a la jovencita que lo guiaba riendo sutilmente —Señorita Lanxin.
Cen Bianxiu levantó la mirada para ver a una mujer con un vestido púrpura bajando lentamente las escaleras. Su vestido rozaba suavemente la escalera de madera y ella era tan radiante como una explosión de luz púrpura, exudando un aura excepcional y una sonrisa vibrante.
Cen Bianxiu sintió como si le estuvieran succionando el alma!
Se agarró al pasamanos de la escalera, ¡casi cayendo de rodillas!