—¿Sabes cómo hacerlo? —preguntó el Emperador.
—¡Claro que sí! —dijo Xiao Jingkong, dándose palmaditas en el pecho—. ¡Él peina el pelaje de Xiao Ba todos los días!
Xiao Jingkong tomó un peine de la mesa de tocador, se quitó los zapatos y subió a la cama. Poniéndose detrás del Emperador, comenzó a peinarle el cabello—. Lo hacía bastante bien.
—El Emperador se divirtió y empezó a hablar más:
—¿Sabes recitar poemas?
—Xiao Jingkong dijo:
—Sí, pero no me gusta recitar poemas.
—El Emperador rió:
—Entonces, ¿qué te gusta?
—Xiao Jingkong dijo:
—Me gusta cantar.
Recientemente, acababa de aprender algunas canciones nuevas con Jiaojiao.
—¿Oh? —El Emperador rió—. ¿También puedes cantar? Canta algunas para que las escuche.
—Eh... —Xiao Jingkong pensó intensamente y detuvo su peinado—. Convocó un poco de emoción, levantó una manita y comenzó a cantar con gracia: