El Duque de la Provincia Pacífica parecía distraído por un momento.
—Hermano, me equivoqué... no me atreveré de nuevo... por favor no seas implacable... —gritó Zhuang Yuexi.
—Vete —dijo el Duque de la Provincia Pacífica tumbándose impotente, sin retirar su brazo que ella sujetaba—. No quiero verte ahora.
—Hermano... —Zhuang Yuexi estaba completamente aterrorizada. Nunca había estado tan asustada, y las lágrimas caían por su rostro como perlas rotas.
—Fuera —dijo el Duque de la Provincia Pacífica dándole la espalda, cerrando los ojos y no habló más.
Fuera de tema, después de que el Primer Ministro Yuan se marchara del Edificio Qingfeng, comenzó a buscar por todas partes las huellas de su nieta. Al no encontrarla cerca, pensó que había regresado, así que se apresuró a volver a su residencia.
—Maestro, alguien vino y dejó una carta para usted —dijo su criado.
Después de leer la carta, el ceño de Yuan se frunció y corrió hacia el Callejón Bishui.