—De hecho, Qi, ¡no hay nada más que podamos hacer! —afirmó Xing Jiang.
—Bien, si escucho algún método que pueda curar la pierna de mi hijo, ¡no podrás escapar! —A Qi Yansong no le importaban las excusas. En su opinión, la incompetencia todavía era un fracaso.
Tras pensar un momento, Xing Jiang dijo:
—Señor, si alguien afirma casualmente que hay una forma de restaurar la pierna de Qi, le imploro que no les crea. Solo deberíamos creer en resultados reales.
—¿Qué quieres decir?