En este momento, Wei Ruo ya había girado su cabeza y miraba hacia fuera a través de la ventana del carruaje.
Wei Jinyi observaba el perfil de Wei Ruo, su corazón latiendo con fuerza e incapaz de calmarse durante mucho tiempo.
Una vez que estuvieron fuera de la ciudad, Wei Ruo ayudó a Wei Jinyi a bajar del carruaje.
En el pasado, a Wei Ruo le parecía que la pretensión de enfermedad de Wei Jinyi era demasiado astuta, pero ahora se daba cuenta de que no era fácil para él mostrarse frágil ante los demás dada su naturaleza.
Sin embargo, su pretensión de enfermedad valía la pena, ya que los protegía de muchos problemas innecesarios y facilitaba sus planes.
Para que el acto fuera convincente, Wei Ruo siempre necesitaba apoyar a Wei Jinyi en público.
Y Wei Jinyi cooperaba apoyando su mano en la de Wei Ruo.
Con las palmas tocándose, podían claramente sentir el calor del otro.
Ambos sentían que esta intimidad era algo peculiar, aunque ninguno lo expresaba.