Huihui salió apresuradamente a llamar a la Matrona Li.
La Matrona Li estaba fuera, pero tomó un buen rato para caminar lentamente hacia la habitación de Wei Qingwan.
La Matrona Li entró, su rostro irradiaba alegría, acelerando su paso habitual.
—Matrona Li, ¿qué está pasando afuera? ¿Por qué Huihui acaba de decirme que Cuihe ha sido elevada a la categoría de dama? —preguntó Wei Qingwan con severidad.
—Respondiendo a la Señora, es cierto. Justo ahora, el Mayordomo Wang lo anunció personalmente y hasta envió gente para ayudar a la Señorita Cuihe a mover sus pertenencias —respondió la Matrona Li, sonriendo radiante.
Con ira, Wei Qingwan cogió un cuenco de al lado de su cama y lo arrojó a los pies de la Matrona Li. La Matrona Li logró esquivarlo justo a tiempo, salvando sus pies de ser golpeados por los pedazos rotos.
—¿Qué Señorita Cuihe? ¡Ella es mi criada! ¡Solo la envié para averiguar las intenciones del Príncipe, entonces cómo terminó en su cama?! —exclamó Wei Qingwan enojada.