Sonrió ampliamente y levantó las cejas.
—Ahaha... mira quién ha aprendido a hablar mi idioma. —Estaba emulando su comportamiento, insinuando que quería intimidad física.
Ella se levantó, olvidando completamente los platos que tenía la intención de sacar del dormitorio justo antes de que sus dedos comenzaran a moverse de manera exploratoria.
—Soy un aprendiz rápido, qué puedo decir —se jactó.
Él se echó hacia atrás y ella se deslizó sobre su regazo sin esfuerzo. Luego, puso sus brazos alrededor de su cuello y lo miró con una sonrisa pícara que estaba acompañada de un brillo travieso en sus ojos.
Uno de sus dedos jugaba con el botón superior de su camisa negra, abriéndolo con facilidad.
—¿Qué propones, cariño?
—Una celebración de nuestra victoria —respondió él.
Su silla de ruedas llegó al pie de la cama y ella se bajó de su regazo, moviéndose hacia la cama. Tan pronto como se acomodó allí, comenzó a desabotonarse la camisa sin esperarlo.