Siempre diez pasos adelante.

Llegó el momento y llamaron a Alix. Tía Mo la despertó y tomó a Majestad de sus brazos. Abuelo Tai dobló la manta con la que Alix se había estado cubriendo y luego Alix se levantó.

Se estiró y miró a su alrededor. Solo quedaban dos competidores, ella y el joven genio Rui. Como se esperaba, los mejores dos habían sido guardados para el final.

—Toma esto —Tía Mo le sostuvo una botella transparente de leche a la boca de Alix.

Alix se rió y dio un gran sorbo.

—Come —Tía Mo prácticamente le metió un caramelo de limón en la boca a Alix.

Alix se agachó y recogió su violín. Tía Mo aprovechó la oportunidad para darle dos palmaditas en el trasero, dándole ánimos.

—Buena suerte, mi linda bebé —dijo Tía Mo.

—Lo tienes —añadió Abuelo Tai más palabras de aliento.

Alix sonrió y caminó lentamente fuera de la habitación y al escenario. Sus ojos inmediatamente comenzaron a moverse, buscando al resto de su familia y a su esposo.