Otro día pasó y otra actuación de violín de Alix en París estaba programada, otro evento con todas las entradas vendidas. Mientras ella hechizaba a la audiencia, en Alemania se hacía un descubrimiento de una naturaleza diferente.
En la ciudad oculta de Alemania, donde todos los miembros heridos de la familia Heinrich habían sido enviados para tratamiento, se había descubierto que los cuatro anfitriones del sistema que estaban vivos ya no lo eran. Sus sistemas habían desaparecido, como si nunca hubieran existido.
Los médicos estaban desconcertados ya que nunca se habían encontrado con una situación como esta antes. Peor aún, los anfitriones del sistema no podían explicar cómo habían perdido sus sistemas. Su último recuerdo era el mismo, una gran llama, dientes aún más grandes, mucho miedo y sistemas muy aterrorizados, luego un vacío.