Todas las preparaciones estaban hechas, la novia estaba lista y a treinta minutos de la boda, Alix fue llevada al estacionamiento. Debido a que había paparazzi en el lugar, estaba rodeada de guardaespaldas desde cada ángulo para evitar que se filtraran imágenes de su vestido de novia.
Era un privilegio para aquellos que habían pagado dinero para cubrir la ceremonia. Habían llegado hasta el punto de hacer que Tercer cuchillo sostuviera un paraguas sobre su cabeza para evitar que los drones tuvieran suerte.
Cuando llegó, para su sorpresa, había un carruaje tirado por caballos esperándola junto con su esposo. Él vestía un traje blanco y su cabello había sido alisado, cayendo hacia atrás. Un mechón había quedado colgando en su frente. Se veía tan regio, guapo, gallardo y hechizante.
Él era todo lo que ella había soñado que sería su esposo y quería olvidar todo y simplemente lanzarse a sus brazos.
—Aaah... —exclamó Alix con una voz pequeña como de mosquito—. ¡Oh Dios mío, qué es esto?