Con sus habilidades mejoradas, podrían saltar fácilmente al otro lado si ajustaban sus posiciones.
Sin demorar, Duke les ordenó saltar de azotea en azotea, ejecutando sus movimientos como expertos en parkour, mientras él se mantenía atrás, vigilante y alerta.
Mantenía una mirada atenta a su alrededor, asegurándose de que las ratas mutadas no estuvieran de nuevo pisándoles los talones.
Todos sacaron sus dagas, listos para contraatacar en cualquier momento si algo les atacaba durante su movimiento.
Permanecían vigilantes, asegurando que podían reaccionar a tiempo para defenderse.
Observando su preparación desde atrás, Duke no pudo evitar sonreír para sus adentros.
—Al menos entrenarlos no fue una pérdida de tiempo —pensó mientras saltaba con gracia de un tejado a otro.
Sus movimientos fluidos eran tan impecables que ni un cabello de su cabeza se despeinaba.