Lo último que necesitaban ahora era un conflicto interno. La base finalmente se movía en una dirección positiva, restaurando gradualmente una sensación de paz.
Pero si surgían tensiones entre los superhumanos y los soldados ordinarios, podría llevar a la inquietud y la división entre la gente.
Pronto, podrían formarse facciones, con individuos sintiéndose insatisfechos o inseguros porque otros tenían poderes que ellos no poseían.
En esta dura nueva realidad, el poder tenía una gran influencia, y aquellos sin él podrían sentirse vulnerables, creyendo que también necesitaban habilidades para protegerse contra futuras amenazas.
Escuchar a Kisha reconocer su arduo trabajo y tomar medidas para proporcionar lo que necesitaban significaba mucho para ellos.
Mostraba que su Señor de la Ciudad valoraba no solo a los superhumanos sino también cuidaba de todos por igual.