Incluso las Lanzas de Hielo de Duque y los Meteoros de Fuego luchaban para hacer mella, pero ninguno de ellos estaba dispuesto a ceder.
La intensidad de la reacción de Duque y la roedora sensación de pavor que arañaba las profundidades de sus corazones dejaban claro: permitir que este zombi evolucionado se liberara de su capullo sería un desastre. Entendían que si emergía, podría significar el fin de juego para todos ellos.
Rosa invocó docenas de Lanzas de Cristal de Hielo, pero esta vez, en lugar de centrarse en el tamaño, perfeccionó su fuerza y durabilidad, moldeando cuidadosamente cada una para maximizar su poder ofensivo.
Comprendía que no siempre lo más grande era lo mejor, por lo que se concentró en fabricar cada lanza lo más afilada y resistente posible, aunque esto requiriera más tiempo y energía.