Una vez completada la instalación, un programa del sistema apareció en la pantalla, mostrando un gráfico circular junto con varias otras gráficas.
Las tablas indicaban el progreso de carga de las ocho baterías acopladas en la máquina, cada una tan grande como un cajón.
Estas baterías estaban ahora listas para ser recargadas usando el rayo.
Cada batería estaba numerada, permitiendo a los ingenieros rastrear fácilmente cuáles estaban casi completamente cargadas y cuáles aún tenían un camino por recorrer.
También había una pestaña que les permitía realizar un diagnóstico de las baterías para asegurarse de que no hubiera problemas antes de que fueran puestas en uso.
Cada batería era capaz de alimentar un gran edificio durante una semana completa una vez activada.
Esto hizo que Kisha levantara una ceja, reconociendo el inmenso potencial del proyecto.