—¿No se acercan más? —la voz de Duque llegó desde atrás, baja y curiosa.
Kisha no se volteó, su mirada fija en los tornados que giraban furiosamente como trompos alrededor del perímetro.
Era como si estuvieran tratando desesperadamente de penetrar la base, pero algo invisible los retenía.
—No pueden —respondió Kisha con serenidad, su voz calma pero firme.
Sus palabras provocaron una realización en Duque, y sus pensamientos derivaron hacia la base en Ciudad A. —¿Es por... una barrera invisible? —preguntó, armando el rompecabezas.
Kisha giró para mirarlo, una leve sonrisa dibujada en sus labios. —Es agradable hablar con gente inteligente —dijo simplemente.
No había necesidad de más explicaciones: su breve respuesta confirmó las sospechas de Duque.
Su mirada se desplazó, observando el área con más atención.
La barrera no era completamente invisible, se dio cuenta; era más como un escudo transparente.