Después de terminar su práctica, Kisha había acumulado una cantidad considerable de contratos de esclavitud.
Sin embargo, no podía encontrar ningún uso práctico para ellos dentro de su base.
Para ella, los contratos parecían casi risibles, ya que no parecían particularmente efectivos o impactantes.
Y aun así, al mismo tiempo, sentía que sería un desperdicio simplemente descartarlos. Determinada, comenzó a contemplar maneras de ponerlos en buen uso.
—Anfitrión, podemos venderlos en el canal de ventas como originalmente planeaste —sugirió 008 alegremente.
—¿Realmente crees que alguien los compraría cuando los castigos parecen más una broma que una pena real para un contrato de esclavitud? —refunfuñó Kisha, haciendo un puchero mientras miraba la pila de contratos.
La vista de las cláusulas de castigo la hacía sentir completamente derrotada.
No podía decidir si reírse de la absurdidad de todo o llorar por su situación actual. —Es tan vergonzoso —murmuró por lo bajo.