Kisha no respondió verbalmente, solo asintió en reconocimiento. Al ver su gesto, el guardián de la puerta suspiró, su expresión resignada.
—Señor de la Ciudad, que tenga un viaje seguro —dijo él, su voz suave, reconociendo que cualquier preocupación que tuviera sería inútil ahora.
Ya había notado la discrepancia en el número de camiones que habían regresado comparados con los que habían salido esa mañana, y no había visto al Capitán Gorrión entre la tripulación que volvía.
Le quedaba claro que se trataba de una operación de búsqueda y rescate para alguien desaparecido, probablemente Gorrión, y que la situación era lo suficientemente grave como para que el Señor de la Ciudad se aventurase personalmente.
Después de sellar el permiso, hizo señas a los soldados apostados arriba para que estuvieran en máxima alerta y ordenó que se abrieran las puertas, permitiendo que el coche blindado pasara a través.