—¡M-Maestro! —El grito tembloroso y alto de Buitre sacó a Kisha de sus pensamientos. Parpadeó, su mirada se desvió hacia la bola de fuego flotando a su lado.
A pesar de estar tan cerca, no la quemaba ni se sentía excesivamente caliente.
Emanaba calidez, pero aparte de eso, parecía inofensiva, más una fuente de luz que una amenaza.
Tras un momento de reflexión, caminó hacia Buitre, quien estaba agachado en la esquina más lejana, mayormente oculto por raíces gruesas.
Era casi invisible, salvo por la bola de fuego que flotaba cerca, proyectando un suave resplandor a su alrededor.
—¿Qué sucede? —preguntó Duque, su voz firme mientras se acercaba. Kisha lo seguía de cerca, sus ojos escaneando la escena.
Buitre no respondió de inmediato, su cuerpo aún temblando mientras se agachaba. Kisha lo oyó ahogar otro sollozo, y su corazón se encogió de dolor.
Ella se acercó más, su mirada dirigida a un cuerpo secado medio enterrado bajo las retorcidas raíces.