Sus cejas y ojos se asemejaban a los de un cuadro, con un ligero brillo en sus pupilas.
Su piel era delicadamente blanca como la porcelana, casi transparente.
La belleza de la chica era demasiado destacada, fácilmente reconocible.
Una vez vista, jamás se olvidaría.
...
La habitación del hospital se volvió repentinamente mortalmente silenciosa, sin un solo sonido.
La sonrisa de la Anciana Madam Ying desapareció en un instante, y su rostro no mostró buen humor. —Has venido. ¿Dónde está Tianlv? ¿Qué haces aquí? No necesito tu piedad filial, márchate enseguida.
Si no fuera por Ying Zijin, Ying Luwei no habría sido enviada a prisión, resultando en que ni siquiera tenía la calificación para visitar.
Anciana Madam Ying también había experimentado las luchas dentro de una familia adinerada cuando era joven, y sus manos estaban indirectamente manchadas de sangre.
Así que, en los ojos de la Anciana Madam Ying, todo esto no era nada.
Ella favorecía a unos sobre otros, lo admitía.