—Tía, no te preocupes —la voz de la chica era muy ligera—. Esta será mi última carrera; después de eso, me concentraré únicamente en la medicina.
Sus manos estaban destinadas a practicar la medicina; las carreras eran solo un pasatiempo, que ya no se debía tomar en serio.
Sus padres habían muerto en el año en que ella tomó el examen de ingreso a la universidad, y fue su tía, Yan Ruoxue, quien la había ayudado.
Por eso siempre atendía los consejos de Yan Ruoxue.
—Anhe, es bueno que entiendas esto —el tono de Yan Ruoxue finalmente se suavizó—. La medicina es mucho más útil que las carreras; cuida bien tus manos. Una vez que regreses de la carrera, te llevaré a conocer a la Señorita Qingjia.
Ella era muy aficionada a su sobrina, Yan Anhe, quien era muy prometedora y excepcionalmente talentosa en medicina.
En este punto, la voz de Yan Ruoxue también se emocionó por primera vez.
—Anhe, ¿sabes quién enseñó a la Señorita Qingjia sus habilidades médicas? —preguntó Yan Ruoxue.