La calma antes de la tormenta estaba llegando a sus días finales

Durante toda su vida, Finn nunca pensó que hubiera algo que le molestara a cierto nivel. ¿Cómo podía molestarse sabiendo lo que se avecinaba y qué debía evitar? Pero justo en este segundo, un deseo surgió en su corazón.

Que esta persona... esta persona que se estaba abriendo camino en la vida de Casandra, fuera alguien más.

Finn miró el vaso de bebida en su mano, repitiendo ese sentimiento como un mantra matutino. Después de todo, había aprendido de Zoren que era mejor esperar algo que no esperar nada en absoluto. Había aprendido de Zoren que la ley de la atracción siempre había sido real.

Puede que sea un poco tarde, pero esperaba que funcionara.

—Jeje —Casandra rió con una sonrisa, sus mejillas enrojecidas mientras se paraba frente a un apuesto hombre con un suéter casual, pantalones y un par de viejos mocasines. Su cabello estaba suelto, sus puntas rozando sus gafas de montura fina, que le daban un aspecto amable.