Mientras tanto...
—Oh, Casandra —Casandra se apoyó el codo en la ventana, pellizcándose el puente de la nariz angustiada—. ¿Por qué estás siendo así ahora?
Lentamente abrió los ojos, su mano se deslizaba hacia su pecho. Su corazón latía acelerado, tamborileando contra su caja torácica. El aroma de Dean persistía en sus fosas nasales, y su calor de alguna manera se aferraba a su piel. La ligera caricia de su aliento en la concha de su oído mientras se inclinaba para abrirle la puerta la había hecho calentar y sonrojar las orejas.
—Debes haber perdido la cabeza —murmuró para sí misma, tocándose las orejas en un intento por hacer que dejaran de calentarse—. Apretó los dientes con fuerza, luciendo angustiada por lo que había sentido allí atrás. —Ya estás con alguien.