—¡Woooh! ¡Son increíbles!
—¡Los quiero a todos!
—¡Vamos, Equipo Hugo! ¡Vamos, Dean!
—¡Vamos, equipo!
—¡Vamos a anotar otro!
—¡Kyahhh! ¡Esto se está poniendo aún más emocionante!
—¡Ofensiva! ¡Ofensiva!
—¡Vamos, vamos, vamos, vamos!
—¡Podemos hacerlo!
—¡Woah! ¡Puntos consecutivos para el Equipo Hugo! ¡Están que arden!
Durante los siguientes minutos, todo lo que se escuchaba era el continuo aliento y el sonido de la campana. El marcador del equipo de Hugo continuaba sumando puntos, haciendo que todos se emocionaran más con cada anotación.
—Hah… hah… —Max jadeaba por aire, su sudor goteando de su barbilla y las puntas de su cabello. No solo él, sino que también sus compañeros intentaban recuperar el aliento, mirando el marcador mientras sus oponentes reducían la distancia a la mitad.
Y aún quedaba un minuto antes de que terminara el segundo cuarto.
—Esto es malo —murmuró Max para sí mismo, viendo al equipo enemigo dar palmadas después de otro punto anotado—. Lo sabía.