—Tuve fiebre, no una operación. Así que, no tienes que tratarme como si acabara de sobrevivir a una enfermedad mortal —comentó Penny mientras estaba acostada en la cama con la ayuda de Zoren—. Voy a estar bien. De hecho, ya me siento mejor.
Zoren soltó un leve bufido, sentándose en el borde de la cama. Sus mascotas, Renny y Chunchun, tenían que quedarse en el balcón porque él no quería que cansaran a Penny.
—¡Míralos! —señaló hacia la puerta de cristal que daba al balcón donde podía ver a Renny y Chunchun observándolos de manera lastimosa—. ¿Puedes ver lo tristes que están? ¡Pueden quedarse aquí conmigo!
—No.
—¿Entonces qué tal dentro de la habitación?
—No.
—¡Se quedarán en la esquina! ¡Prometo que no les dejaré acercarse a mí!