Hoy... oficialmente soy un Pierson otra vez.

Penny miraba la nada, su cabello hecho un desastre. Sus ojos estaban vacíos, sin pensamientos en su mente, y parecía que estaban a punto de separarse.

Zoren inclinó la cabeza frente a ella, con los pies descansando fuera de la cama. Ya vestía un traje, aunque los botones no estaban abrochados.

—¿Buenos… días? —saludó, observando cómo ella parpadeaba y lentamente enfocaba su mirada—. Penny, ¿estás bien?

¿Estaba bien?

Penny miró a su esposo antes de fruncir la nariz. Movió la cabeza, examinándolo de arriba abajo, y jadeó.

¡Su esposo estaba resplandeciente; se veía más vibrante que nunca! Y allí estaba ella, con los músculos doloridos, especialmente sus regiones inferiores, adolorida por toda esa actividad de anoche.

Abrumada por las emociones, Penny le dio un golpe en el hombro.

—¡Dijiste que serías gentil! ¡Lo que hiciste no fue gentil!

Su acción lo hizo estremecer un poco, sosteniendo su hombro.