Al escuchar esto, todos en la multitud no pudieron evitar elogiar la imparcialidad del Maestro Xue en recompensas y castigos y su consideración sincera hacia los estudiantes.
Muchos otros elogiaron el alto carácter de Zhuang Qingsui por no ser codicioso por el dinero.
Por supuesto, algunos también comentaron sobre Zhuang Qinglan.
Sin embargo, sus palabras no eran tan halagadoras.
Comentarios como arrogante, dispararse en el pie y oprimir a los demás...
Estas palabras eran como dagas, pinchando el rostro de Zhuang Qinglan, haciéndolo doloroso. Incapaz de soportar la humillación y enfurecida por el poco destacado Zhuang Qingsui, se levantó bruscamente y se marchó.
Con la alborotadora fuera, el lugar volvió a su tranquilidad habitual que no era propicia para el alboroto. La gente dejó de preocuparse por ello y continuó con sus tareas.