Lin Lu miró el certificado y saltó como un zombi sorprendido.
—¿Esto, Tangtang, has ganado otro premio? —Sus ojos se abultaron de asombro.
Antes de que la alegría se extendiera, la cara de Lin Lu cambió repentinamente.
—¿Salvar las vidas de la gente? Tangtang, ¿qué hiciste, no estás herida, verdad?
Mientras hablaba, su mirada, como un radar, barrió de arriba abajo.
Lin Tang vio cómo los músculos de su padre se tensaban y se apresuró a decir:
—No, solo presté una pequeña mano, no me lesioné en absoluto.
Lin Lu, viendo que su hija no parecía estar mintiendo, soltó un suspiro de alivio.
—Eso está bien, eso está bien.
En comparación con la seguridad de su hija, preferiría no tener premios en absoluto.
Lin Tang se rió entre dientes y le entregó a su padre el tarro de esmalte, el premio.
—Este es el premio, un regalo para Papá.
Lin Lu colocó cuidadosamente el certificado del premio.
Se limpió las manos en sus nuevos pantalones y extendió la mano para tomar el tarro de esmalte.