Lin Zhixuan, pensando que su tía pequeña debía estar cansada, no tuvo objeciones a que otra persona lo cargara.
Se acomodó tranquilamente en los brazos de Gu Yingzhou como un pequeño gato lechero.
—Estaba a punto de llevar a Zhixuan a comer, ¿cómo es que estás aquí? —preguntó Lin Tang.
Gu Yingzhou, recordando cómo su cuñado lo había apurado temprano en la mañana para encontrar a Tangtang, se frotó la frente.
—Vine a buscarte —dijo.
—¿Necesitas algo? —se sorprendió Lin Tang.
La mirada de Gu Yingzhou se suavizó, y jugó al misterioso:
—No diré ahora, te diré después de comer. Son buenas noticias.
—...Vale.
El trío caminó hacia el restaurante estatal.
El joven era alto, de piernas largas y con rasgos atractivos, la joven de piel clara y hermosa, delicada en todos los sentidos.
Y mira ese niño—rellenito, con cara de bollo y ojos claros, encantador para cualquiera que lo viera.
Los tres caminando juntos provocaron muchas miradas.